9 de junio de 2013

Senderistas ubriqueños por el mundo: La Sierra de las Nieves en primavera


Texto y fotos por Antonio Morales Benítez
Después del letargo invernal, en primavera la Sierra de las Nieves recupera todos sus colores. Es la época ideal también para apreciar toda su diversidad paisajística y complejidad geológica. En estas cumbres de la provincia de Málaga sin duda su mayor singularidad son los pinsapos, aquí se encuentra su mayor extensión, y ya en las alturas nos encontramos con el dominio de las llamadas “sierras blancas”. Hemos realizado el recorrido desde el área recreativa de Los Quejigales hasta el pico Torrecilla, sin una de las rutas más interesantes del parque. El desnivel es de unos 630 metros, desde los 1.283 hasta los 1.915. Ello nos permite apreciar esta naturaleza cambiante.

La subida inicial se realiza entre pinsapos majestuosos, en medio de la umbría del bosque y encajonados entre montañas. Hasta que se llega al puerto de los Pilones donde se abre el horizonte y podemos observar las cumbres malagueñas, Ronda y la Serranía de Grazalema. A partir de ese momento nos encontramos con las formaciones calizas. El día en que realizamos la ruta, dentro de esta primavera atípica, tuvimos niebla, viento y frío, y los quejigos parecían continuar en estado de hibernación para adaptarse a condiciones extremas al no haber superado la estación invernal. Tras visitar el pozo de nieve, y llegados a la altura del cerro del Pilar, junto a las covachas y el pilar de Tolox, sería el momento de recuperar fuerzas para acometer el pico más emblemático del parque. A pesar de que sabíamos que había que atacarlo directamente, un despiste nos hizo perder la senda correcta y ello endureció notablemente la subida. Pero vez arriba, y tras dejar constancia de nuestro paso en el libro de visitas, pudimos disfrutar de amplias panorámicas de las costas y sierras andaluzas del interior. La vuelta se haría por el carril forestal hasta el punto de origen para disfrutar de un nuevo paisaje y de su rica vegetación, como las peonías o rosas abardelas, uno de los endemismos del pinsapar. En total fueron necesarias unas 8 horas para recorrer los aproximadamente 17 kilómetros de una caminata con cierta dificultad en algunos tramos.

















































































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